EL EFECTO MARIPOSA

CECILIA GUITER,
De Futuro imperfecto
Madrid, Ed. Clara Obligado, 2012.


      Tiene un zapatito rojo y el otro azul. En el parque vacío de mediodía la niña aprieta una paloma contra su cuerpo. Al agacharse junto a ella el traje de su padre se colorea de tierra. Déjala libre, ¿quieres que se muera? Y la terquedad de la niña. Él se levanta, se sacude las perneras y abre el móvil. Anda, suéltala ya, hija. Cómo odia ese tono.
Acerca la paloma a su mejilla. La roza un momento, los ojos cerrados mientras vuela junto a ella. El bicho está tenso. Por fin la deja ir. No vuela alto. El cielo casi de primavera de fondo. Su padre está hablando por teléfono otra vez. De mala gana sube a un columpio. Papá discute, se altera. Le ve cerrar el móvil de golpe. 
Él se mira los zapatos caros y se siente vulgar mientras su hija se columpia. En el banco, seguramente sucio, hunde los dedos en su pelo, la cabeza entre las manos, un dolor agudo en el pecho. 
A sus pies, un par de gorriones picotean cualquier cosa. Dos zapatitos de distinto color los ahuyentan. Antes de levantar la cara, su hija le rodea la cabeza. Vámonos a comer, anda, papá. Y tiende la mano a la niña mientras siente que se derrumba.
***
Félix escucha ópera en su colmado. En su reloj falta un minuto para las dos. El volumen a tope. Voy a cerrar, ya es hora. Cuando se dirige a girar el cartel de abierto se le cae el refresco y se desparrama. Maldice y olvida echar el cierre. La agonía de Madame Butterfly se mezcla con el sonido del agua hirviendo y el chorro de limpiador que Félix echa en el cubo. Anita ya debe de tener listo el estofado.
Cuando suena la campanilla mira al chico. Las palmas vueltas hacia arriba, pidiendo disculpas. Retiene el impulso de echarlo. Venga, pasa, pero no uses el retrete que está averiado. El joven asiente con timidez. Félix gira el cartel de la tienda, Cerrado, y baja un poco la radio. Anita me estará esperando.
Al oír la cisterna se planta junto al baño. Golpea la puerta, Te he dicho que no tires de la cadena, ¿estás sordo o qué? Lo primero que ve es un puñal y luego el rostro infantil y amenazador. Ante su frase ¡Cuidado con lo que dices, podría ser lo último! retrocede agarrado a su fregona. Mientras el joven se va sonriendo él se deja caer al suelo y le tiembla todo al marcar el móvil de Anita. Madame Butterfly en la radio está a punto de cometer Seppuku.
***
Andy apenas tiene bigote y el pelo despeinado con gomina. Su puñal de imitación amenaza a la modelo, ¡Cuidado con lo que dices, pueden ser tus últimas palabras! Ella le mira seductora y plana desde su cartel que vende ropa interior. Nadie en la parada: el autobús tardará. Andy decide ir a pie. Intimida a los setos, a los árboles, a un perro, que le mira y menea el rabo, olfateando su puñal. Desafía al cielo: ¡Cuidado con lo que dices, p…! Y la frase a medias, interrumpida por el impacto. Se toca el pelo y maldice a la paloma. Con el puñal al cinto entra en la primera tienda que encuentra abierta. 
Instintivamente mira hacia arriba, asombrado por el volumen de la música. ¿Podría entrar al baño? El tendero deja de fregar y Andy, mostrando sus palmas, baja la vista al suelo. Perdone, no me he dado cuenta de que estaba mojado.
Mientras se lava las manos y cuando se quita la porquería del pelo, y al hacer pis y al tirar de la cadena, repite su frase. Cambia de expresión subiendo y bajando las cejas, estudiando su imagen. De pronto, golpes en la puerta. Llego tarde. 
Cuando llega, la directora está sobre el escenario, rodeada por sus actores. Marca posiciones, le regaña. Sonrojado, murmura una disculpa. Otro actor joven le sonríe. Hace ademán de tocarle el pelo y Andy da un paso atrás en el instante en que el enorme foco cae donde debería haber estado él.
***
Bajo el chorro de agua fría, Anita lava las rodajas de patata. Luego las echa en la bandeja. Se le caen dos o tres, las recoge. Un vistazo al móvil. Abrir horno caliente, meter patatas, cuidado, no te quemes. Aprovecha que sale con los aperitivos para dejar el móvil sobre la mesa de la terraza.
Madame Butterfly es su favorita. Sube el volumen. El estofado ya está. La tapa de la olla se le escurre. La recoge, cubre el guiso. Un ojo a las patatas del horno. Me voy a tomar el último vinito. Desde su séptimo piso se ven perfectamente allí, en el jardín, los capullos abiertos de las rosas blancas. La barandilla del ático es demasiado baja para acodarse. El día es casi primaveral. Enfrente, el parque a esta hora está vacío. Félix se retrasa, qué raro. Coge un mejillón y limpia el cuenco para que no se note.
Cuando suena el móvil Anita pone la copa a escurrir. Sale a coger el teléfono con cuidado de no mojarlo. No entiende a Félix, que suena nervioso. Se asoma para disfrutar de la pequeña multitud de rosas que parecen copitos de nieve. No te entiendo, cálmate. El teléfono se le escurre. Cae al vacío y ella intenta alcanzarlo. 
Madame Butterfly escucha su nombre por última vez mientras las patatas se queman en el horno. Fuera, salpicadas de rojo, las rosas blancas del jardín se abren a la primavera. 
       


"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo." (Proverbio chino)


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EL EFECTO MARIPOSA, por Cecilia Guiter

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