PESADILLA



       Sobre todo no moverme, no provocarlo. Me está mirando desde la cómoda. Quiero salir volando pero un castillo de naipes se levanta y me aprisiona. Estoy empapada. Y el animal, inmóvil, preparado para el salto. Escucho mi miedo. Su cercanía. ¿Y si me arranca las patas? Las encojo, me tapo con la sábana y asomo desafiante mi trompa chupadora. Es inminente. Un peso caerá sobre mi cuerpo. El tiempo se encoge como el lazo de una trampa...      
          
             ¡Zas! 

        Estoy malherida. Pero en mis ojos ha quedado grabada cientos de veces su imagen...





PESADILLA, por Mª Pilar Álvarez Novalvos.
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